miércoles, 3 de abril de 2019

FAMILIA COBERTONES


Corrían los primeros años de la década de los 40 y los benquerencianos, como la mayor parte de los españoles estaban intentando resarcirse de las heridas de la recién acabada guerra.

Eran los años del hambre, del estraperlo, de la escasez de los productos más necesarios, del racionamiento, de las enfermedades, de los cortes en el suministro de energía, del hundimiento de los salarios, del empeoramiento de las condiciones laborales, del frío y de los sabañones.

La tierra benquerenciana, que siempre ha sido muy generosa, ofrecía desinteresadamente a los lugareños numerosos productos con los que poder dar alguna que otra alegría al cuerpo. Cocinas, collejas, cardillos, moras, espárragos, acederas, berros, higos, brevas, castañas y bellotas tuvieron gran importancia para la alimentación de numerosos habitantes de Benquerencia en aquellos penosos años.

Los jornales estaban por los suelos. Baste recordar que por aquellas fechas un litro de aceite de oliva valía en La Rana o en el Molino del Pajarero cerca de 7 pesetas y el salario mínimo (cuando se aplicaba) era de 5,95 pesetas diarias.

En muchas casas benquerencianas el puchero era lo primero que se ponía en la lumbre nada más encenderla. De él salían prácticamente las tres comidas diarias: Cocido de garbanzos al medio día, sopa de garbanzos por la noche y un poco de tocino(cuando lo había) para las tostadas del desayuno del día siguiente.

Las casas que podían tener una cabra eran afortunadas ya que su leche era muy apreciada en aquellos tiempos.

Los inviernos eran fechas de numerosos resfriados ya que muchos niños caminaban sin zapatos y otros iban con alpargatas o con sandalias de goma, sin calcetines y con los dedos de los pies al aire.

Este era el panorama que había en Benquerencia cuando Pedro Sánchez Hidalgo y Ángela Ramos Merino decidieron unirse en matrimonio y dar inicio a la que posteriormente sería conocida en el pueblo como la "Familia Cobertones"

Pedro era un hombre muy fuerte y bien dotado para los trabajos del campo. Pronto cogió fama como gran segador y el trabajo no le faltaba.

Vivían en la Roda y sus vecinos eran Basilio(el carnicero), la Vaquera, Julio el Segador y la María de Moroto.

Como era natural los retoños fueron llegando: Primero nació María, luego Manuel(Sánchez), le siguió Luisa y, por último, el más pequeño que fue Severino.

María: ¿Qué recuerdos tienes de tus primeros años de infancia?

Recuerdo que íbamos a la escuela y yo pasaba mucho tiempo en la casa de la Engracia de Roque y Antonio de la tía Fernanda. Fue una etapa infantil muy bonita ya que éramos muy felices con las poquitas cosas que teníamos.

Mi padre era hermano de leche de Víctor del Correíllo, que fue durante bastantes años alcalde de Benquerencia. Se llevaba muy bien tanto con él como con sus hermanos Juan y Emilio.

"Yo cuando salía de la escuela ayudaba, en lo que podía la familia del Correíllo que vivía al lado de la Iglesia. La Felisa me trataba como si fuera una hija". Recuerdo que un día me dijo: "Mira María detrás de la puerta, en la gradas del doblao hay  morcillas, chorizo, aceite y un poco más arriba trigo. Puedes coger lo que quieras si tu familia lo necesita". "Esas palabras no se me olvidarán en la vida"- dice María.

"Cuando llegaba la molienda mi padre trabajaba en el Molino de la Rana. Yo, con diez o doce añitos iba casi todos los días a llevarle la comida en una fiambrera. Los molineros me preparaban una tostada en la lumbre de orujo, la tiraban al depósito del aceite para que se empapara y la sacaban rápidamente para que me la comiera. ¡¡Qué cosa más rica!!- cuenta Luisa.

Al lado de mi casa estaba "la carnicería" de Carmen y Basilio donde, cuando se podía , comprábamos el cuarto o el cuarto y mitad de carne para hacer las delicias del “puchero”.

Recuerdo que a veces me encontraba con la Tomasa y le preguntaba: ¿Dónde vas Tomasa?

“ A por la peseta de azúcar y a por la peseta de café de “ancá” el Campanero”-recuerda María.

En aquellos tiempos nuestra familia estaba muy vinculada a la del Correíllo y a mucho orgullo ya que nos trataban como si fuéramos de la de ellos. D. Manuel, la Felisa, Víctor, Juan y, no digo tu padre Emilio, nos trataban como hijos.

De aquella época yo destacaría la armonía que había entre todos. No había maldad y si alguien necesitaba algún tipo de ayuda se le ofrecía con agrado según las posibilidades de cada uno.

A nivel familiar éramos felices con lo que había. Si mi madre hacía migas se colocaba la sartén en el centro y nos íbamos pasando la cuchara de uno en uno ¡¡Qué tiempos tan bonitos!!

Más adelante comenzaron a llegar los años más difíciles ya que los cuatro hermanos íbamos creciendo y las posibilidades de progreso que nos podía ofrecer Benquerencia eran escasas. Así que como muchas familias del pueblo tomamos la decisión de emigrar para buscar un porvenir estable.

Mi padre y mi hermano Manolo se marcharon a Bilbao donde estuvieron trabajando un tiempo hasta que decidieron trasladarse a Getafe ya que les había salido la oportunidad de trabajar en una de las mejores empresas que allí había: Uralita.

El cambio fue un acierto ya que se inició una bonita etapa de prosperidad y de trabajo que nunca nos faltó.

Nunca olvidamos nuestras raíces benquerencianas y todos los años regresábamos por vacaciones a nuestro querido pueblo para pasar unos días-dice María.

María se casó con…. y tuvo dos hijos Francisquito y María del Pilar.

Luisa también tuvo dos hijas: Marisa y Raquel.

Sánchez se casó con Carmen y tuvo dos hijas: Mari Carmen y Esther.

Severino se casó con Carmen y también tuvieron dos hijos César y Raúl.

María ¿Tú cogiste la Cafetería San José?. Pues sí. Cuando se jubiló la Churrera me ofreció el local y como nos pusimos de acuerdo en el precio se lo compré. Estos últimos años se lo tengo alquilado a Magdalena. Creo que está próxima su jubilación así que veremos quien lo regenta en el futuro.

¿Dónde resides normalmente?

Yo tengo mi casa en Fuenlabrada. Además allí en la Calle Santander 2 tenemos un Bar/Restaurante que regenta mi hijo Paco.

Cada año procuro alternar mi estancia entre Fuenlabrada y Benquerencia. En los dos sitios me encuentro muy bien.

Luisa: ¿Qué es lo que más te gusta de Benquerencia?

Mi casa de la sierra. No hay en todo el pueblo ninguna como ella.

¿Hay mucha diferencia entre cómo se vivía antes y como se vive ahora?
Ya lo creo. Ahora apenas hay gente. Antes recuerdo que por las noches salíamos a la puerta de la calle con nuestras sillas y nos estábamos hablando y contando historias y chascarrillos hasta que bien entraba la madrugada. Ahora el pueblo me da mucha pena con tantas casas vacías. Si no se toman medidas, cosa que pienso que no será fácil, “dentro de 50 años todos calvos”.

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