miércoles, 3 de abril de 2019

FAMILIA COBERTONES


Corrían los primeros años de la década de los 40 y los benquerencianos, como la mayor parte de los españoles estaban intentando resarcirse de las heridas de la recién acabada guerra.

Eran los años del hambre, del estraperlo, de la escasez de los productos más necesarios, del racionamiento, de las enfermedades, de los cortes en el suministro de energía, del hundimiento de los salarios, del empeoramiento de las condiciones laborales, del frío y de los sabañones.

La tierra benquerenciana, que siempre ha sido muy generosa, ofrecía desinteresadamente a los lugareños numerosos productos con los que poder dar alguna que otra alegría al cuerpo. Cocinas, collejas, cardillos, moras, espárragos, acederas, berros, higos, brevas, castañas y bellotas tuvieron gran importancia para la alimentación de numerosos habitantes de Benquerencia en aquellos penosos años.

Los jornales estaban por los suelos. Baste recordar que por aquellas fechas un litro de aceite de oliva valía en La Rana o en el Molino del Pajarero cerca de 7 pesetas y el salario mínimo (cuando se aplicaba) era de 5,95 pesetas diarias.

En muchas casas benquerencianas el puchero era lo primero que se ponía en la lumbre nada más encenderla. De él salían prácticamente las tres comidas diarias: Cocido de garbanzos al medio día, sopa de garbanzos por la noche y un poco de tocino(cuando lo había) para las tostadas del desayuno del día siguiente.

Las casas que podían tener una cabra eran afortunadas ya que su leche era muy apreciada en aquellos tiempos.

Los inviernos eran fechas de numerosos resfriados ya que muchos niños caminaban sin zapatos y otros iban con alpargatas o con sandalias de goma, sin calcetines y con los dedos de los pies al aire.

Este era el panorama que había en Benquerencia cuando Pedro Sánchez Hidalgo y Ángela Ramos Merino decidieron unirse en matrimonio y dar inicio a la que posteriormente sería conocida en el pueblo como la "Familia Cobertones"

Pedro era un hombre muy fuerte y bien dotado para los trabajos del campo. Pronto cogió fama como gran segador y el trabajo no le faltaba.

Vivían en la Roda y sus vecinos eran Basilio(el carnicero), la Vaquera, Julio el Segador y la María de Moroto.

Como era natural los retoños fueron llegando: Primero nació María, luego Manuel(Sánchez), le siguió Luisa y, por último, el más pequeño que fue Severino.

María: ¿Qué recuerdos tienes de tus primeros años de infancia?

Recuerdo que íbamos a la escuela y yo pasaba mucho tiempo en la casa de la Engracia de Roque y Antonio de la tía Fernanda. Fue una etapa infantil muy bonita ya que éramos muy felices con las poquitas cosas que teníamos.

Mi padre era hermano de leche de Víctor del Correíllo, que fue durante bastantes años alcalde de Benquerencia. Se llevaba muy bien tanto con él como con sus hermanos Juan y Emilio.

"Yo cuando salía de la escuela ayudaba, en lo que podía la familia del Correíllo que vivía al lado de la Iglesia. La Felisa me trataba como si fuera una hija". Recuerdo que un día me dijo: "Mira María detrás de la puerta, en la gradas del doblao hay  morcillas, chorizo, aceite y un poco más arriba trigo. Puedes coger lo que quieras si tu familia lo necesita". "Esas palabras no se me olvidarán en la vida"- dice María.

"Cuando llegaba la molienda mi padre trabajaba en el Molino de la Rana. Yo, con diez o doce añitos iba casi todos los días a llevarle la comida en una fiambrera. Los molineros me preparaban una tostada en la lumbre de orujo, la tiraban al depósito del aceite para que se empapara y la sacaban rápidamente para que me la comiera. ¡¡Qué cosa más rica!!- cuenta Luisa.

Al lado de mi casa estaba "la carnicería" de Carmen y Basilio donde, cuando se podía , comprábamos el cuarto o el cuarto y mitad de carne para hacer las delicias del “puchero”.

Recuerdo que a veces me encontraba con la Tomasa y le preguntaba: ¿Dónde vas Tomasa?

“ A por la peseta de azúcar y a por la peseta de café de “ancá” el Campanero”-recuerda María.

En aquellos tiempos nuestra familia estaba muy vinculada a la del Correíllo y a mucho orgullo ya que nos trataban como si fuéramos de la de ellos. D. Manuel, la Felisa, Víctor, Juan y, no digo tu padre Emilio, nos trataban como hijos.

De aquella época yo destacaría la armonía que había entre todos. No había maldad y si alguien necesitaba algún tipo de ayuda se le ofrecía con agrado según las posibilidades de cada uno.

A nivel familiar éramos felices con lo que había. Si mi madre hacía migas se colocaba la sartén en el centro y nos íbamos pasando la cuchara de uno en uno ¡¡Qué tiempos tan bonitos!!

Más adelante comenzaron a llegar los años más difíciles ya que los cuatro hermanos íbamos creciendo y las posibilidades de progreso que nos podía ofrecer Benquerencia eran escasas. Así que como muchas familias del pueblo tomamos la decisión de emigrar para buscar un porvenir estable.

Mi padre y mi hermano Manolo se marcharon a Bilbao donde estuvieron trabajando un tiempo hasta que decidieron trasladarse a Getafe ya que les había salido la oportunidad de trabajar en una de las mejores empresas que allí había: Uralita.

El cambio fue un acierto ya que se inició una bonita etapa de prosperidad y de trabajo que nunca nos faltó.

Nunca olvidamos nuestras raíces benquerencianas y todos los años regresábamos por vacaciones a nuestro querido pueblo para pasar unos días-dice María.

María se casó con…. y tuvo dos hijos Francisquito y María del Pilar.

Luisa también tuvo dos hijas: Marisa y Raquel.

Sánchez se casó con Carmen y tuvo dos hijas: Mari Carmen y Esther.

Severino se casó con Carmen y también tuvieron dos hijos César y Raúl.

María ¿Tú cogiste la Cafetería San José?. Pues sí. Cuando se jubiló la Churrera me ofreció el local y como nos pusimos de acuerdo en el precio se lo compré. Estos últimos años se lo tengo alquilado a Magdalena. Creo que está próxima su jubilación así que veremos quien lo regenta en el futuro.

¿Dónde resides normalmente?

Yo tengo mi casa en Fuenlabrada. Además allí en la Calle Santander 2 tenemos un Bar/Restaurante que regenta mi hijo Paco.

Cada año procuro alternar mi estancia entre Fuenlabrada y Benquerencia. En los dos sitios me encuentro muy bien.

Luisa: ¿Qué es lo que más te gusta de Benquerencia?

Mi casa de la sierra. No hay en todo el pueblo ninguna como ella.

¿Hay mucha diferencia entre cómo se vivía antes y como se vive ahora?
Ya lo creo. Ahora apenas hay gente. Antes recuerdo que por las noches salíamos a la puerta de la calle con nuestras sillas y nos estábamos hablando y contando historias y chascarrillos hasta que bien entraba la madrugada. Ahora el pueblo me da mucha pena con tantas casas vacías. Si no se toman medidas, cosa que pienso que no será fácil, “dentro de 50 años todos calvos”.

martes, 2 de abril de 2019

PEPE DE ANTOLIANO

JOSÉ MORILLO SÁNCHEZ

Apuntes y recuerdos de la maldita Guerra 

Fruto del matrimonio Antoliano Rodríguez Morill y María Sánchez Amaya nacimos 9 hijos: Carmen, Ángel, Salvador, Manolo y el que les narra, Pepe. Siete ya fallecieron, quedamos mi hermana Anita y yo con 99 y 85 años respectivamente.
 En 1936 contando yo con cinco añitos se le recomendó a la familia  que saliran en dirección a Peraleda porque era probable que hubiera aquí en Benquerencia algún bombardeo. Y así en plena noche en compañía de Benigno y su familia salimos en dirección
Puerto Hurraco. Descansamos un poco y al amanecer reemprendimos el camino hacia Peraleda. Llevábamos dos burros cargados con lo imprescindible para podes subsistir. A unos dos kilómetros de Peraleda se nos acercaron unos soldados que nos recomendaron volver a Benquerencia que era zona más segura. Si seguíamos  nos íbamos a  meter "en la boca del lobo". 

Así que marcha atrás y regreso al pueblo.
Cuando se oía la sirena de Castuera avisando que se iba a bombardear uno de mis hermanos me cogía por la espalda y  por el corral de Benigno salíamos a escondernos en el castillo.
Cuando se liberó el pueblo toda mi estaba la familia estaba en La Cueva de la Monja

Postguerra 
 Mi primer y último maestro fue don Aníbal. A los 15 años ya fuera de la  Educación Primaria subí una mesa al doblado  y por correspondencia preparé unas oposiciones  a factores de Renfe para mayores de 16 años. Presenté la documentación correspondiente y me asignaron un  número. Llegada la fecha de los exámenes me presenté y cuando  pregunté por qué número iban examinando
resultó que el mío ya había pasado. Así que regreso para casa.

 Estando don Valeriano ejerciendo de maestro  se incorporó otro maestro nuevo que venía de Guadalcanal. Estaba poco tiempo pues la paga no le daba para pensión y comer y aprovechando que el inspector Provincial de Educación iba a practicar una visita don Valeriano y el señor Alcalde mediaron para que se pudiera ir a su pueblo hasta que vinieran mejores tiempos y como quiera que yo reunía las condiciones necesarias para dar clase a los más pequeños pues me hice cargo de ellos durante todo el curso y  hasta el maestro me giraba todos los meses una pequeña cantidad.....


¿Cómo comenzó la afición a la música en la familia? 

Año 1943- Un día llegó al Ayuntamiento un señor de Helechal y le dijo a mi padre que en el doblado de su casa había un piano que al parecer había requisado un capitán que estuvo por allí en tiempos 
de la guerra y que si le gustaba la música a sus hijos que se lo mandaría. Mi padre le dijo que sí y el buen hombre cumplió su palabra.
El piano se puso en la sala  y la Anita, Rafael y yo comenzamos a teclear de oído.
A mi hermano Rafa y a mí nos gustaba tanto la música que convencimos a mi padre para que nos comprará una bicicleta  y poder ir a Castuera a que nos diera clases de solfeo el director de la Banda Municipal. Él iba un día y yo otro.
Rafael optó por el clarinete,  Florentino por la completa yo por la batería. ¡¡Ya teníamos orquesta!!
 Pero..¿ Y los instrumentos?
Mi cuñado Víctor, que a la sazón estaba enterado del problema nos dio la solución. ¿Cómo?. Pues quedándose con una viña que mi 
padre tenía  en la umbría y a cambio del importe del clarinete.
Florentino se entera de la solución y consigue que su padre, Triviño, venda  otra viña que tenía en el Pocillo para comprar la trompeta.
Mi tío Ángel, hermano de mi madre, solía venir a San José trabajaba en Madrid en Radio España de la que era uno de sus fundadores y llevaba el Negociado de Publicidad. Con las siglas de nuestros nombres Rafael Pepe Florentín dio a la orquesta el nombre de RAPEFLOR y con esa música se bailaba en el pueblo hasta que llegaban las fiestas de San José y venían dos buenas orquestas. Quiero que conste que la batería la compro el Teco y Juan Rayo que tenían el casino e Bubela.

Matrimonio y busca de trabajo
Al poco tiempo de venir de la mili por cierto de África con 24 años 
y por motivos que el que lea esta biografía puede suponer me uní en matrimonio con la que sigue siendo mi querida esposa 
Manuela el día 13 de febrero de 1957.
Mi hija Rosa María nació el 25 de abril de 1957.
Empiezan a  llegar los hijos( hasta 7 menos uno que falleció)
El año 1958 me voy a Madrid con mi hermano Manolo y apruebo las oposiciones de Agentes Judiciales Justicia Municipal optengo plaza en el Juzgado Comarcal de Villafranca de los Barros dónde nace mi hija Maribel.
El año 1964 concurso en convocatoria para el Cuerpo de Oficiales de Administración de Justicia y me destinan a Orgaz, Toledo.
Año 1966 pasó al Juzgado Comarcal de Mora de Toledo donde muere mi hijo de 5 meses y nace mi hijo Manolo (Se engendra María del Mar y nace en Madrid)
Año 1970 por fin obtengo plaza en Madrid y tras me paso por varios juzgados de instrucción y primera instancia me jubilo por incapacidad física permanente con la categoría de oficial de sala en la Ilma Audiencia Provincial de Madrid.
En la actualidad: 60 años de matrimonio y 10 nietos de 5 hijos.
Los padres de Pepe, Antoliano y María con sus 12 nietos

FOTOS PARA RECORDAR

María y Antoliano
 Asunción, Anita, Anita de Matraco, Rosa...….
Manolo y su madre María

lunes, 1 de abril de 2019

CESAR DE LA CONSTANZA

Cesar Tena y Constanza Acedo

Ni que decir tiene que mis primeros recuerdos y vivencias empiezan allá por de los años cincuenta en la casa donde vivíamos en la Plaza. 
Los rescoldos de la sangrienta Guerra Civil estaban aún calientes aunque las llagas y heridas que ella provocó estaban cicatrizando.
Vine al mundo en medio de una familia numerosa, humilde  y sencilla compuesta por mis padres César y Constanza y mis cuatro hermanos Rafael, Antonia, Quico y Manolo.
Eran tiempos muy difíciles. Mi padre ejercía de zapatero.......
Manuel de Algaba vivía donde hoy tiene la Natalia el comercio. Era un personaje muy peculiar en aquella época en la que los benquerencianos trataban ..........
Entre otras cosas se dedicaba a tomar medida de las personas para construir su ataúd con madera de las cajas de sardinas cuando se le aproximaba la hora final. Luego lo pintaba, le ponía unas asas y a esperar el óbito.
Antes creo recordar que aquí arriba había un herrero, no se si era el mismo de Castuera que luego se trasladó a la carretera. Manuel era muy curioso ya cada instrumento u aparato los desmontaba y montaba para ver sus piezas. Era corriente el dicho que decía: “Te va a pasar como a Manuel de Algaba que desmontaba un reloj y al montarlo siempre le sobraban piezas”.
En su casa, al terminar la Guerra Civil se instaló el Servicio Social en un habitación muy espaciosa en la que se pusieron cuatro o cinco mesas. Cada día, venían los benquerencianos que lo necesitaban, sobre todo los del Rabo y se les proveía de los alimentos básicos.Eugenio Calderón era el encargado.
Se pusierton en funcionamiento las Caartillas de Racionamiento que llevaban unos cupones que se iban cortando cuando les entregaban los productos a los que tenían derecho sus propietarios.
Además de los productos básicos también se les proporciona a los mayores cada quince o veinte días los paquetes de tabaco asignados.
En esta casa, en la parte de arriba estaba el médico D. Julio estaba de pensión en casa de la Pilar de Roque. Al subir las escaleras, en la primera habitación, tenía su consulta. Era un personaje muy peculiar. Cuando tenía que visitar a algún paciente ya entraba por la puerta de la calle con la jeringa preparada  “para entrar a matar”.
Cuando llegaba las quintas tenía que hacer la revisión a todos .los mozos. Él no se cortaba ni un pelo. Los dejaba como vinieron al mundo y tactaba todas las partes del cuerpo por si había alguna hernia a algua anomalía. Así que en esta casa estuvo la herrería, Auxilio Social y el médico.
Antes de D.Julio el médico era D. Rafael que vivía en la Roda. Cuentan que en los “años del hambre” le llamaron porque un paciente estaba bastante mal y hacía  días que no se levantaba de la cama. 
D. Rafael acudió presto a visitarle y una vez que le examinó le dijo a su esposa: “María ve al comercio de Puchas y compra un par de kilos de tocino de veta y dos docenas de huevos. Que te lo fie que ya pasaré yo por allí. Tres veces al día le das un buena loncha de tocino y un par de huevos. Después veremos que rumbo toma la enfermedad pero seguro que cuando se termine el tratamiento Juan estará totalmente recuperado”. Por supuesto que se cumplieron las previsiones de D. Rafael ya que acertó plenamente en el diagnóstico del paciente que en un par de semanas estaba como si nada le hubiese pasado. En aquellos años las anemias y desnutriciones eran muy frecuentes en nuestro pequeño pueblo.
Recuerdo que ya en años posteriores a medio día acudíamos a tomar chatos de vino a casa de la Pepa de la Rata. Mi mente evoca vivencias como si sucedieran hoy mismo.  Cada día a la misma hora y nada más terminar su jornada subía Antotonio, el herrero, tiznado hasta las orejas y daba buena cuenta de su correspondiente ración de vino.
Era increíble como la Pepa tenía calculado el vino que bebían cada día sus clientes: litro y medio de fulanito, un litro de menganito…….medio litro de…..dos tanques de…. Hasta que se completaba la garrafa.
En un barreño ponía las botellas llenas metidas en agua. Otras las envolvía en un trapo mojado y las colocaba en la corriente de la casa.
Los días que había un consumo excesivo se asomaba a la puerta y decía: “Ya es la una y media. Luis está a punto de llegar”. Por supuesto que la garrafa era bienvenida y a pesar de la temperatura que traía el vino en su traslado desde Castuera 

 VÍDEO DE CÉSAR TENA

EMILIO DEL CORREILLO/LUISA DE WENCESLAO

EMILIO TENA VANCES/LUISA CABALLERO TENA

Los primeros recuerdos que afloran en mi mente de mi padre se remontan a tiempos ya muy lejanos en los que yo tenía más o menos cinco o seis añitos. Era una persona muy impulsiva y nerviosa dotada de un gran corazón. Yo, a veces, le tenía temor porque si había que quitarse el cinturón para corregir alguna trastada que se pasara de lo normal se lo quitaba con todas sus consecuencias pero a las pocas horas había pasado la tormenta y volvía a ser una persona abierta y bondadosa.

Era muy severo en sus órdenes, Recuerdo que una noche me dijo: “Manolo tienes el pelo muy largo; por la mañana vas a que Ñoño te corte”. Al día siguiente llegó del Molino. Me miró y me dijo: ¿No tendrías que tener el pelo rapado? Se levantó, me cogió de una oreja y, casi en volandas, me llevó hasta la puerta de Ñoño que en aquellos años tenía la barbería en la calle Arriba. Para más inri estábamos en invierno y yo lucía en mis orejillas unos hermosos sabañones.
Cuando allá por los años 1948/49 llegaron a Benquerencia las primeras pesetas rubias de la época de Franco recuerdo que yo esperaba con ilusión su regreso del Molino de la Rana ya que muchas tardes me traía algunas que yo guardaba como si de un verdadero tesoro se trataba.

Tenía la costumbre de bajar casi todos los días a Castuera(pienso que para matar el tiempo ya que salvo en la campaña de la aceituna que estaba ocupado en el Molino de La Rana no tenía otras obligaciones que cumplir). Muchas veces me llevaba con él. Me chocaba mucho cuando algunas mañanas se dirigía a Castuera y el “Servicio de Firi” venía casi completo. Muchos pasajeros benquerencianos se quedaban en tierra y, en cambio él y “El Nano del Condutor” siempre tenían billete. Sin duda el motivo era las frecuentes invitaciones de vino y raciones de costillas rebozadas de cordero que Firi recibía en la Raspa por parte de ellos. ¡¡Qué tiempos aquellos!!

En mi casa eran tiempos de “Vacas gordas” y, la verdad es que yo los recuerdo con mucha felicidad. Cuando bajaba a Castuera llevaba una cesta de mimbre de aquellas de tapa y cierre en las que nos traía chocolate y algunos comestibles que no había en Benquerencia. Esperaba impaciente la llegada de cada jueves ya que era el día en que me traía los cuentos que se iban publicando del Capitán Trueno y posteriormente del El Jabato.

Cuando llegaban las noches de los veranos y después de haberse tomado los correspondientes vinos en los casinos del pueblo se sentaba en la calzada del patio de mi casa y nos entretenía recitándonos poesías y fábulas que se sabía de mememoria:

“Cuentan de un sabio que un día

tan pobre y mísero estaba,

que sólo se sustentaba

de unas hierbas que cogía.

¿Habrá otro, entre sí decía,

más triste y pobre que yo?;

y cuando el rostro volvió

halló la respuesta viendo

que otro sabio iba cogiendo

las hierbas que él arrojó.

Quejoso de mi fortuna

yo en este mundo vivía,

y cuando entre mí decía:

¿habrá otra persona alguna

de suerte más importuna?

Piadoso me has respondido.

Pues, volviendo a mi sentido,

hallo que las penas mías,

para hacerlas tus alegrías,

las hubieras recogido.

(Fragmento de La vida es sueño)


Tambíén nos contaba esta fábula:

Por entre unas matas

seguido de perros

no diré corría,

volaba un conejo.

De su madriguera

salió un compañero y le dijo:

“Tente amigo, ¿qué és esto?

¿”Qué ha de ser, responde;

sin aliento llego…

dos pícaros galgos

me vienen siguiendo”

“Sí, replica el otro

por allí los veo,

pero no son galgos”

“¿Pues qué son, podencos?

¡¡Qué podencos dices!!

¡¡Si, cómo mi abuelo!!

galgos y bien galgos

¡¡bien visto los tengo”!!

Son podencos, vaya,

que no entiendes de eso”

¡¡”Son galgos, te digo”

¡¡”Digo que podencos”!!

En esta disputa

llegando los perros

pillan descuidados

a los dos conejos.

Los que por cuestiones

de poco momento

dejan lo que importa,

llévense este ejemplo.

(Tomás de Iriarte)
La familia al completo: Emilio, Luisa y sus hijos Fe, Luis, Emilio y Manolo
Durante muchos años fue el Juez de Paz del pueblo. Nunca cobró nada e incluso el cargo le costaba dinero porque cuando cerraba algún pleito invitaba a los litigantes con alguna que otra botella  de vino en la taberna de Elías o en el Casino del Niño para celebrar que habían llegado a un acuerdo.

Mi época infantil fue de una felicidad absoluta. Recuerdo las clases particulares que nos daba Alberto en el doblado de la casa de Genaro y la escuela de delante de la Iglesia con mi tío Valeriano que era el maestro del pueblo en aquella época.



Fueron tiempos:



·       de las brasas de la lumbre en las latas de sardinas para combatir el frío de la escuela,



·       de la leche en polvo,


·       del queso americano,

·       de las comedias en el casino de Molinilla,

·       de las películas de cine mudo en la Plaza,

·       del primer televisor que llegó al pueblo y que la Churrera nos cobraba una peseta cuando queríamos ver algún evento,

·       de los rastrillos atronando la calle Corredera después de la procesión del Corpus,

·       de los hortelanos vendiendo sus productos en la puerta de la Aurelia,

·       del Juego de las Prendas de las chicas, del Juego Tonto de los mozalbetes,

·       de las bolas del gua,

·       de los churros de la Micaela,

·       de las chapas,

·       de los cromos que venían en el machao amarillo “Los Polluelos”,

·       de la lotería  cantada por “el Portugués”

·       de los cuentos de Roberto Alcázar y Pedrín, el Capitán Trueno y el Jabato,

·       de “las peleas” delante de la Iglesia entre La Roda y la Calle Abajo.

·       de las sentadas en la “Calzada de Tarrán,

·       de los “partidos de fútbol” en la carretera,

·       de la Cruz de Mayo en Castellán,

·       del Carro del Piyayo,

·       de los buenos ratos en la Polaca y en las Casitas Llanas,

·       de la espera de los carros de San José

·        y de las barcas de Narciso en la Plaza.



El 22 de enero de 1967 quedó marcado en mi subconsciente para toda la vida por los hechos que sucedieron en la vecina pedanía de Puerto Hurraco. Amadeo Cabanillas fue asesinado por Jerónimo Izquierdo a causa de la disputa por una lindes. A la mañana siguiente vinieron a denunciar los hechos y trajeron a mi casa el cuchillo de la agresión. Venía envuelto en un papel de estraza, de los que se utilizaban en aquella época para hacer la matanza, y yo, tocado por la curiosidad, lo desenvolví. Era enorme, y me impresionó que aún conservaba en su hoja restos de sangre. Éste fue el inicio de los terribles acontecimientos que ocurrieron posteriormente.


Al morir mis abuelos Felisa y Manuel “el Correíllo” y en vista de que en Benquerencia no había ningún porvenir los cuatro hijos del matrimonio comenzaron a dispersarse.


Valeriano, que ya hacía tiempo que vivía en Castuera, se trasladó a Cádiz donde fijó su residencia.

Víctor y Juan con sus respectivas familias se marcharon a Castuera y años más tarde se trasladaron a Madrid y Alcobendas respectivamente.

Mi padre, Emilio, fue el único que se quedó unos años más en Benquerencia.


Yo había decidido hacer el bachillerato para posteriormente estudiar Magisterio. Me compraron una bicicleta y cada día, lloviera o hiciera sol, bajaba al viejo Instituto de Castuera que estaba en “Los Cerrillos”.

En aquella época en el pueblo éramos tres los estudiantes que había: Agustín de la Manuela de Juan Puro, Pepe Luis de Pizarro y yo. Posteriormente se incorporaron Tomás de la Cortijeña y Joselín del Chato de Roque.
Una vez terminado el Bachillerato mis padres me mandaron a Madrid donde hice Magisterio en la Escuela Normal Pablo Montesinos.

Tristemente recuerdo el domingo 26 de Agosto de 1990 en el que bastantes cazadores de Benquerencia habíamos ido, en tres o cuatro coches, a cazar tórtolas a la provincia de Córdoba y ya de regreso por la tarde paramos a la salida de Monterrubio para decidir si continuábamos hacia el pueblo por Helechal o por Puerto Hurraco con parada incluida para tomar algo fresco. Por suerte decidimos hacerlo por Helechal ya que si lo hubiésemos hecho por el Puerto nos hubiéramos visto envueltos en aquellos tristes sucesos ya que en el pueblo sólo había un bar con el agravante que nosotros también íbamos armados con las escopetas de caza.
El tiempo fue pasando y a mi familia también le llegó la época de las “vacas flacas”. Había seis bocas que alimentar y los ingresos eran cada vez más escasos. Así que en Noviembre del año 1970 decidimos marchar a Barcelona donde fijamos nuestra residencia.
Años más tarde mis hermanos Luis y Emilio regresaron al pueblo donde vivieron hasta que recibieron la llamada del Señor.
FOTOS FAMILIARES
Foto escolar de finales de los sesenta
En el patio de casa: Mis hermanos Luis y Emilio con el primo Pepín en el centro
Mi hermano Luis y el "Nano de Carnera"
Sixto Ramón, una amiga, Jaime, María Jesús y mi hermano Luis
Sixto Ramón, Manolín de Pancho, Ángel(el Chiri) y mi hermano Emilio
Mi hermano Emilio, Pepe Luis y Porrilla
Mi prima Fe Hidalgo con los primos en Rando
Mi hermana Fe y yo
Mi madre con los cuatro hermanos en la boda de Fe
Luis y Toni Morillo en el pantano
Día de liebres en Benquerencia
Lucio del Pantano con Guillermo, Cristina....
En Villafranca de los Barros(Boda de Pepe Luis)
Rosa y yo 
Rosa, yo, María Luisa y Juan de novios en San José
Mi hermano Luis con Fuentes pescando en el Pantano
Mis hermanos Emilio y Luis en el Cortijo de Salvador
Manolo Tena y yo en el patio de mi casa en Benquerencia
Presentación de mi libro Benquerencia de la Serena
Antonia y mi hermano Emilio con un buen blac.blas
Manolillo y El Chupa haciendo "novio" a Luis
Luis, el abuelo.... y el Tete

Luis con Alejandro de pesca en el Pantano